martes, 16 de diciembre de 2008

Amistades perdidas en el camino‏


Recuerdo que durante unas vacaciones, tuvimos una joven visitante llamada Flecha. Por entonces residía en un ático con una enoooorme terraza llena de macetas donde investigar. Aunque al principio se mostraba distante finalmente hicimos buenas migas.

La trataba como a una reina: me apartaba de la comida cuando ella quería comer, la lavaba durante su siesta, la entretenía cuando estaba juguetona y le daba calor mientras dormía.

Las vacaciones llegaron a su fin y cada uno siguió su camino.

Años más tarde fui a visitarla pero lejos de recordarme me hizo correr de punta a punta del piso persiguiéndome hasta que los brazos de mi casera me salvaron llevándome a mi hogar. “Hommy, ya no te conoce” me dijo...

¿Por qué hay amistades que no nos recuerdan con el tiempo? ¿No nos recuerdan o no nos quieren recordar? Entonces... ¿realmente, fueron amistades?


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