Hoy he practicado una de mis aficiones favoritas: rallar al personal. Por las mañanas no me hacen mucho caso, van como cohetes, pero cuando la casera se sienta a desayunar siempre me pongo en sus piernas, me gusta el roce de su barbilla en mi cabeza mientras va comiendo, los ojillos se me van cerrando y entro en estado catatónico.
Esta mañana he querido llamar la atención, así que he pegado un salto cuando no se lo esperaba, me he plantado encima de la mesa y me he quedado mirando fíjamente una esquina del techo. Se me ha quedado mirando, me ha llamado y hasta se ha puesto a hacer gañotas, mira que llega a ser tonta! pero yo ni caso, a mi esquina. Al final, ha pegado su cabeza a la mía y se ha puesto a mirar la esquina. Ja, ja, ja... Pero qué bien me lo paso!
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